Entrevista – Cristián López
Materias – curvas temporales – una despedida: Sentidos de existencia heterocrónica. Cristian López “Sonido Errante”
Por Samuel Ibarra Covarrubias
¿Cuál crees son las grandes imágenes auditivas que cruzan este Sonido Errante?
Creo que las dos principales imágenes sonoras que cruzan este disco son el tiempo y la materia como un acontecer no teleológico.
Cuando experimento una escucha atenta, el paisaje sonoro me permite contemplar la continuidad del tiempo, constituida por una cantidad indeterminada de hechos sonoros de las más variadas características espectrales y temporales.
Esta dimensión heterocrónica en el más amplio sentido del existir, cruza todo el devenir de este disco, en donde cada uno de estos sonidos errantes se van manifestando a través de su gestualidad única e irrepetible, como materia energética temporal que forma parte de una totalidad.
En Flujo de materia errante un paisaje vital y hasta sagrado parece ir descubriéndose. Una suerte de origen primigenio donde la materia comienza a expandirse incandescente y desbordada. ¿ De dónde emerge esa potencia en esta pieza? ¿ Qué hay en esos flujos matéricos que te interesa mostrar a quien los escucha?
En flujo de materia errante, se genera un input energético que pone en movimiento y resonancia la materialidad de una gran variedad de objetos sonoros e instrumentos, donde cada uno con su propia curva temporal va sumándose a un acontecer de sucesos sonoros, siempre en una deriva, fusionándose por empatía, repeliéndose, plegándose, transformándose, desapareciendo y reapareciendo en un flujo energético, como esa imagen de Borges del río que pasa y queda. Es en esta pieza donde el sentido de lo errante cobra la mayor importancia.
La figura presencial del piano sin duda nos trae toda la fuerza de la tradición musical escrita.¿ Como haces dialogar tradición y experimentación en esta obra?
El piano me ha acompañado toda mi vida. Desde pequeño comencé con clases, lo que me ha permitido no solo el goce espiritual de la práctica pianística, si no también la posibilidad de conocer y estudiar una gran cantidad de músicas de todos los tiempos.
En Sonido Errante, el piano es tratado de manera diatónica y extendida; esta idea de subvertir su uso y multiplicar sus posibilidades sonoras la vengo ejercitando desde cuando tenía 18 o 20 años y comenzaba mis estudios de composición con Tomas Lefever. Las infinitas posibilidades tónicas, tímbricas, texturales y espectrales del instrumento han estimulado en mí una conexión afectiva y estética, por el sonido y la música, que he podido desarrollar a través de la improvisación generativa y del estudio e interpretación de obras de múltiples estilos y épocas, como generosa cantera de donde extraigo materia sónica para obras electroacústicas, acusmáticas y mixtas.
Como inscribes Sonido Errante en tu itinerario creativo. ¿Persisten búsquedas, se activan o decaen otras?
Sin duda hacer un disco así está relacionado a hechos y encuentros mágicos llenos de afectividad y fecunda amistad. Sonido Errante se inscribe en la práctica de la improvisación generativa o composición espontánea, como suelo llamarlo, y que vengo desarrollando casi paralelamente a mi obra escrita. Las dos practicas se retroalimentan a pesar de manifestarse en dos tiempos distintos. La escritura en un tiempo dilatado, con pausas y pliegues, donde entre otras cosas hay que resolver de la mejor manera posible un tipo de semiografía particular y única para cada proyecto. Y por otro lado, la improvisación, desplegándose en el tiempo real, sincrónico y vital, sin retorno, como la imagen del caminante sin la urgencia de tener que llegar a algún lugar. Siento que en este disco se registra y refleja ese tiempo de creación única e irrepetible, su dimensión estética y espiritual.
En relación a lo que me dices, si en este disco persisten o no búsquedas o decaen otras, me pasa que cada vez que me planteo una nueva propuesta, me enfrento siempre al vacío, como no saber nada, solo con la certeza de que hay que volver a empezar como si fuese la primera vez. Seguramente hay nuevas decisiones, otros procedimientos, ideas que nunca vuelven a participar, pero todos son procesos que van ocurriendo en el andar, o sea dentro de la obra y no como una decisión a priori.
Cómo colabora la presencia de Lucax Santana a profundizar el signo trashumante de los sonidos que estamos oyendo. Como fue el proceso de trabajo con él.
Bueno, acá llagamos a lo medular de este disco, que es la presencia de Lukax Santana. Hace años ya que solo practico y escribo música con y para artistas que por diversas y misteriosas razones voy conociendo.
Cuando conocí el trabajo de Lukax hace algunos años, pensé que trabajar con él sería una experiencia artística de esas que no siempre ocurren. Así fue cuando en 2018 trabajamos juntos para el disco de Música en Potencia de Tomas Lefever y en 2019 logramos coincidir para esta obra.
Lukax Santana es un músico creador de extraordinario talento y exquisita sensibilidad. Su conexión estética y espiritual con el sonido hace posible una comunicación artística fluida y altamente depurada de cualquier concepto musical y sonoro, como también la toma de decisiones en la conducción de la materia sonora en el tiempo, sus múltiples transformaciones y proliferaciones sedimentales. Así, con pocas palabras y mucho silencio…logramos conectarnos en la idea potencial que yo tenía para este Sonido Errante. Fue una sesión inolvidable para ambos. Y como para que el sueño del pibe fuese completo, tuvimos la suerte de trabajar con Sebastián Tapia, músico, compositor y sonidista de extraordinaria sensibilidad, quien hizo el registro y la masterización, logrando un extraordinario resultado sonoro de balance natural y que no puede reflejar mejor esas magnificas sesiones.
Quién se aproxima a estos Sonidos Errantes desde el título de las piezas advierte una imagen muy parecida a la contemplación. Una suerte de pararse frente a un río y mirar cómo transcurre la materia diluida o transformándose. ¿Que nombran crees, los títulos de los cortes, que reflexión hay allí?
Los nombres de las piezas en todo mi catálogo aluden a una imagen, a veces obedecen a una necesidad de ubicar la música en un territorio, en algún lugar, o a unas circunstancias conceptuales que remitan a algún lugar. Algo así como si a la música, como arte sonoro, le pudiéramos pedir que se despliegue como un ámbito de tiempo y espacio en donde poder habitar. Todas estas denominaciones intentan desbordar un imaginario diegético, más que uno mimético. Flujo de materia errante, Un acontecimiento (fuera de campo) parece ser una despedida, nada como el tiempo para pasar y profundidad del tiempo, son en sí mismo el nombre de cada corte y también la imagen sonora y conceptual para la exploración sonora.